lunes, 11 de abril de 2011

La abuela Victoria siempre me decía que no dejase escapar ningún tren: “No importa si tienes más o menos éxito al final de tu vida, lo que realmente querrás saber es cuántos trenes cogiste y cuántos dejaste escapar porque ningún triunfo podrá aportarte la satisfacción de ser valiente”. Entonces no sabía muy bien de qué me estaba hablando pero años más tarde comprendí su consejo y creo que no pudo darme otro mejor.

Era la primavera 1991 y el invierno se resistía a marcharse por completo. El sol brillaba con fuerza, aunque a mí me parecía un día de lo más nebuloso, todavía el frío cortaba al respirar y todo en conjunto se convertía, sin Samuel, en la segunda guerra de los cien días. Indignada, no entendía cómo diablos habían conseguido arrastrarme a una estación de esquí si siempre lo había odiado.

Quizás era el momento de coger el tren al que se refería la abuela; no sabía si eran intenciones fugitivas solo por el consentimiento de no estar en un lugar en el que no me apetecía, o todo eso iba más allá de maniobras de escapismo. Me sentía reprimida, como Ariadna reclusa en el laberinto de Creta en lugar de Julia Rivera y no por practicar un deporte en el que resultaba más torpe que un pato, si no por no tener la determinación de buscar mí libertad, al lado de Samuel, por supuesto.

sábado, 9 de abril de 2011

HERE I AM


Hola bellos y bellas!
Sé que mi ausencia no tiene perdón de ningún Dios después de miles de años sin escribir por aquí pero cuando inicié el blog no pretendía que fuese algo diario ni mucho menos una rutina casi obligada, por ello vengo cuando me apetece, o más bien, cuando puedo.
He vuelto de Londres (increíiiiiiible cumplir un sueño) y he recuperado mi Macbook roto así que el único impedimento que me falta por resolver es terminar -y empezar- el trabajo de la facu que tengo que presentar el jueves. A todo esto, iré por partes:
En England me habría quedado yo creo que toda la vida... suena a típico tópico pero lo cierto es que viniendo de mi es más bien extraño porque soy muy de casa, pero esas fachadas preciosas de casa con puertas de colores y porches de película me robaron el corazón, por no decir la sensación de estar frente a tantos lugares que había soñado desde la pre adolescencia, como el London eye, el Big Ben, etc, etc pero lo que más me emocionó fue ver la Royal school of balletde Londres y el Abbey road de los Beatles ¡Era una felicidad que no podía canalizar de tan enorme!






























Bueno, después del resumen de fotos, me retiro a mis aposentos que ha sufrido las consecuencias de una semana de estrés y caos "examil" y debo poner solución si no quiero morir joven asesinada por mi querida madre.

¡Un gusto volver!
Nos leemos pronto, muy pronto.