domingo, 16 de octubre de 2011

Global change





Cinco meses han pasado desde aquel domingo de mayo en el que miles de personas en toda España salieron a la calle a protestar por un país gobernado por títeres de los mercados, por el injusto hecho de que el pueblo vulnerable pague con recortes sociales, desahucios y rescates a la banca las consecuencias de una crisis que unos pocos poderosos han creado y que encima siguen llenándose los bolsillos a nuestra costa, para pedir una democracia real: participativa y no parlamentaria, etc.
Cinco meses desde que la prensa desacreditó este movimiento o revolución social: decían que Rubalcaba estaba detrás de esto, unos; otros, que era cosa de los derechistas. En cualquier caso no apostaban que durase más allá de las elecciones. Y entre bulas y censuras las plazas de todas las ciudades aumentaban en número de participantes con Barcelona y Madrid como pioneras -unas 20.000 personas aproximadamente acunaban ambas plazas cada día- hasta finales de junio. Eso sin contar la postura de los Ayuntamientos y políticos varios y los ataques de la policía frente a los desalojos, siempre de manera violenta.
Pero no sólo no nos hemos rendido tras tantísimas trabas que nos han puesto sino que hemos crecido de manera absoluta. El 15M, que empezó con un valiente acampando en la Plaza de la SOLución (Puerta del sol de Madrid) después de una manifestación tranquila, ha pasado a convertirse con el trabajo de muchos en una indignación mundial. Ayer, más de mil ciudades en todo el planeta salieron a la calle a protestar. Cientos de miles de personas, millones, marchaban con pancartas y carteles nacidos de una gran originalidad y amor a la humanidad y cánticos de queja a la dictadura de las entidades financieras y a los gestores políticos de ésta, ya típicos entre los indignados, como: "que no, que no, que no nos representan", "lo llaman democracia y no lo es", "no hay pan para tanto chorizo", "no es crisis, es capitalismo" o nuevos y más creativos como "el próximo parado que sea un diputado", "sanidad y educación pública y de calidad", "fíjate que rollo, se os ha acabado el chollo", etc.


La cita del 15-O transcurrió sin incidentes con la excepción de unos pocos alborotadores en la marcha de Roma. Después, muchas ciudades hicieron una asentada popular para llevar a cabo una asamblea en la que acordarían acciones relevantes.
Aunque sólo puedo hablar profundamente de la manifestación de Barcelona que es la que seguí, estoy segura que la emoción a flor de piel se vivió en todas y cada una de las que se celebraron ayer. Así, os haré un crónica detallada de como viví mi 15-O:

Yo asistí, como siempre, con unas cuantas amigas -algunas que conocí precisamente en la acampada de Plaça Catalunya y que en la vivencia nos unió un lazo muy fuerte-. Ya desde el trayecto en metro estábamos apretados como sardinas y cotilleando las pancartas que cargaban los demás. Nosotras decidimos bajarnos en Plaça Universitat y caminar 5 minutos hasta allí porque se avecinaba una marea humana al salir en el punto de encuentro, lo que no sabíamos es que la gente que esperaba el inicio de la manifestación ya llegaba incluso a Plç Universitat. Nos dirigimos como pudimos invadiéndonos del ambiente festivo hasta Plaça Catalunya para encontrarnos con la Corriente Roja y los miembros que formábamos la comisión de educación durante la acampada.
Los siguientes cuarenta minutos consistieron en vender nuestro periódico informativo a la multitud y en hacernos un hueco para desplegar la gran pancarta. Aunque estaba programada para empezar a las cinco de la tarde, no fue hasta las 18:15 que comenzamos la manifestación, puesto que, por una parte, las marchas de barrios se retrasaron y, por otra, costaba ordenar los huecos que cada asociación, plataforma, organización o comisión tenía asignado en cada punto de la plaza para salir; además, estábamos situados en el medio de la marcha y a pesar de dividirnos en calles para circular mejor, pasó un rato hasta que los primeros habían avanzado lo suficiente para que nosotros pudiéramos andar y movernos.



El resto de la manifestación fue tranquila, festiva y emotiva. La gente, sumamente cabreada pero esperanzada, no dejaba de pedir el megáfono para explotar sus quejas al son de los demás. Al pasar por borsa hubo una asentada al grito de "culpables, culpables, culpables" con el puño en alza y otros gestos despectivos, algunos pegaron sus carteles de protesta en el edificio, se colgó una pancarta con mucho esfuerzo a lo alto del tercer piso, y otros signos de disconformidad. Lo mismo ocurrió al pasar por delante de algunos edificios de grandes marcas de moda, sucursales bancarias o el desplegamiento policial en el que la manifestación se paró para pedir frente a los furgones de los Mossos d'esquadra la dimisión del Conseller Felip Puig.
Al finalizar el recorrido, cada vez con más gente que iba incorporándose desde las aceras en las que sólo miraba, y con más ánimo, se hizo una breve asamblea en Arc de Triomf para dividir la marcha en tres bloques: Los verdes (apoyo a la vivienda) fueron hasta Nou Barris y ocuparon un edificio de una constructora que quebró, perteneciente a La Caixa, para destinarlo a diez familias desalojadas de sus viviendas; los rojos (Educación) se sumaron a la ocupación que se estaba llevando a cabo en la Facultad de Geografía e Historia en el Raval desde el pasado viernes, apoyando el rechazo a los recortes en educación, en especial los que está sufriendo brutalmente la UB; el bloque blanco (en apoyo a la sanidad), ocuparon tres hospitales de Barcelona.



Fue un gran día, enorme día para la humanidad. De España a Nueva York, hasta Tokio, Grecia, Argentina y 90 países más. Estamos haciendo historia. Desde aquí animo a todo el mundo a sumarse a este movimiento que pelea en contra de todo aquello que afecta al 99% de la población y que sólo beneficia a un 1% que lo ordena. Y ya está... quería decir que después de cinco meses, aún existimos pese a que la prensa haya dejado de decir medias verdades o mentiras para no decir nada. Cinco meses después seguimos luchando.